domingo, 25 de marzo de 2007

Los trazos de la canción

Era 1988. Apenas un año más tarde, Bruce Chatwin, moriría de sida. Pero yo no me enteraría hasta mucho más tarde, años más tarde. No he sido nunca de estar puesto en las últimas noticias, menos aún de las llamadas "de la cultura". Me gusta leer, según que libros, a otros, parece que les tenga dentera, otros simplemente no llegaré a leerlos. Todo lector debe cargar con sus pequeñas traiciones, afectos y carencias, si no, sería otro lector.

Era 1988 y leí este libro. Eran los años de viajar y de soñar. Había leído algo de Paul Teroux, creo que "En el gallo de hierro", y me gustó, me gustó mucho. Me reconozco culo inquieto. Que sea lector culo inquieto, no es más que una continuación de lo mismo. El caso es que alguien me dijo, como si fuera un secreto: "Si te gusta el Teroux, te gustará este libro, fijo". Y me lo prestó. Gran error, porque yo no devuelvo nunca los libros, por el mismo motivo que no espero que me los devuelvan. Los libros son un regalo que debe pasar de mano a mano, y no morir de puro viejo en una estantería. Solamente así pueden mantener su vigor y su enseñanza. Con mas motivo si es un libro de viajes. Si no quiero perder el libro, basta con que anote su ficha en un papel y que lo compren. Cuando lo dejo, siempre, siempre, diga lo que diga, ya lo he dado por regalado. Me sorprende cuando aún, alguien, me los devuelve.

Pero estaba hablando de este libro. "Guaaaaaaaaa.....", la de pequeñas ventanas que abrió en mi horizonte. El libro en si, pretende ser un acercamiento a eso que los aborígenes australianos llaman "El camino", y los occidentales, "los trazos de la canción", de ahí el título. En los libros de Chatwin, siempre hay un motivo, un hilo que le da excusa para narrar viajes, describir paisajes, personas, fisonomías, costumbres, colores y olores. Su manera de narrar, empero, no es la engolada voz de los viajeros ingleses de todos los tiempos. No, la suya es una voz más seca, más áspera, pero con el mismo poder de hacerme soñar lo que estoy leyendo. Quizás es que Chatwin, no fuera, en el fondo, más que un cuentista cojonudo, capaz de cualquier cosa, por tal que el cuento nos hechice, como le hechizó a el y le movió a escribirlo.

Ha sido, es, un libro de varias relecturas, ahora mismo lo he vuelto a abrir. Y lleva viajando conmigo, allá donde voy, desde entonces. Pero no es de los que más subrayados tengo, no, de este libro, lo que me gusta es volver a leer la descripción de los tipos y los diálogos y situaciones. Y me gusta porque siempre me deja en la boca el gusto del polvo en el camino y las ganas de coger la mochila y volver a hacer camino. Aunque ya no lo haga.

Para muestra , esta parte de un diálogo:

"- Naturalmente - prosiguió Arkadi, con el mismo tono desapasionado, - los vecinos quisieron contribuir a pagar las costas del juicio del pobre camarero. Organizaron una función de gala, con un espectáculo top-less traído de Adelaida."

Corría 1988 y yo leí este libro. Eso si puedo decirlo. Y sentirme afortunado por ello.

Buen provecho y dulces sueños.

La ficha:

Los trazos de la Canción
Bruce Chatwin.

Ed. Muchnik editores
Traducción de Eduardo Goligorsky
Año 1988.
ISBN:84-7669-050-9
345 páginas, con buena letra y buen papel.
Precio: ni me acuerdo, hace ya casi veinte años :-)

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